Amorebieta. Domingo 19 de octubre. Doce y cuarto de la mañana. Está a punto de darse la salida a la carrera élite femenina. Majida Maayouf y Likina Amebaw vuelven al circuito de cross y todas las miradas están fijas en ellas. Pero de repente alguien avisa por el “talkie” a los jueces y la salida se retrasa. Tras varios minutos de silencio la megafonía, en un mensaje escueto, avisa de un suceso que postergará la carrera. Y el silencio se apodera de todos en las campas de Jauregibarría.
A escasos veinte metros de allí, en la zona de público, frente al podio donde se entregan los trofeos empieza a arremolinarse gente y se escuchan varios lamentos. Antes de la prueba de las chicas corrieron los populares. Zigor, de Soraluze, y muy conocido entre los corredores de la zona, entró en el lugar cuarenta y tres. Eran cuatro kilómetros setecientos metros y corrió en veintiún minutos y un segundo. Tras acabar departía con amigos cuando, de repente, perdió el equilibrio y mientras decía: “me mareo, me mareo” cayó desplomado al suelo.
Enseguida se corrió la voz y dieron aviso al doctor Rubianes, médico de la prueba y entusiasta del atletismo. Cuando él llegó, ya estaba con Zigor el doctor García, que lo fue también del cross de Amorebieta y además es padre de atleta. Y estaban también otra médico, una enfermera y un bombero. Héroes sin capa que, sin dudarlo, se pusieron manos a la obra con un solo objetivo: salvar a Zigor.
Rubianes le practicó el boca a boca mientras el otro médico le comprimía el pecho. Zigor volvía… pero volvía a pararse. Así varias veces hasta que de la ambulancia del circuito les acercaronn el desfibrilador automático con el que lograronn por fin sacar al atleta, devolverle a la vida. De Bilbao había partido ya una ambulancia medicalizada y un helicóptero acercó también al lugar a otro médico de urgencias y a un enfermero. Mientras, la policía local pedía al público que se orillara para permitir la entrada de todos y la organización, con absoluta pulcritud, cumplía con lo más importante: salvar la vida de un hombre. De Zigor que, aún con el torso desnudo, estaba rodeado de héroes. Todos pendientes de su vida. Mediante una vía le suministraron un calmante para el dolor y otra enfermera le insufló repetidamente oxígeno enriquecido mediante un ambú.
Casi una hora después Zigor era llevado en ambulancia al hospital donde aún tuvo alguna que otra parada, de la que también lograron que saliera. Dos días después, el martes le subieron a planta y su evolución es buena. Esta mañana me pedía si, a través nuestro, podía también agradecerles a todos su ayuda. “De no ser por el lugar que fue y la gente que había no estaríamos hablando ahora. Muchísimas gracias a todos”.
Con casi una hora de retraso comenzó la carrera. Ganó Likina, pero en Amorebieta ganó Zigor. Y con estos héroes sin capa, ganamos todos.
Zigor en el hospital con Oscar Alvarez, organizador de la Santurce a Bilbao y celador en el hospital de Basurto.